Ara Khatchadourián
Traducción de Vartán Matiossián
Cuando el ministro de Relaciones Exteriores de
Israel, Avigdor Lieberman, dijo que “los intentos de convertir los conflictos y masacres en Africa,
Asia y los Balcanes en otro Holocausto son inaceptables” y que “desde su
establecimiento, Israel se ha opuesto a la aplicación del término Holocausto a
otra guerra o tragedia”, reveló una realidad fea e ignorante que ha guiado a
ciertos líderes israelíes. (*)
Renacido de las
cenizas del Holocausto, Israel debió haber sido el primer país en reconocer
adecuadamente los acontecimientos de 1915 como genocidio. Sin embargo, así como
Lieberman censura que “hoy los incidentes históricos se han convertido en
disputas políticas; es por esto que no considero correcto que Israel trate este
[el Genocidio Armenio] tema”, el gobierno israelí ha hecho parte de su política
ignorar el Genocidio Armenio frente a sus intereses regionales POLITICOS, es
decir, su alianza non-sancta con Turquía.
El aserto de Lieberman de que Israel tiene un monopolio sobre la inhumanidad del hombre hacia el hombre es una falta de respeto y una rebaja del sufrimiento y el destino de los millones de víctimas de genocidio, sean armenias, ruandesas o sudanesas. También va en contra de todas las convenciones internacionales sobre prevención de tales actos, de las cuales Israel es una signataria. Más aún: las declaraciones de Lieberman pueden caracterizarse como negación, lo que implica complicidad y la perpetuación del ciclo de genocidio.
En diciembre se
produjo un debate sin precedentes en el Knesset de Israel, donde líderes de
ambos partidos afirmaron la necesidad de reconocer el Genocidio Armenio por
parte de Israel. Esto coincidió –o indujo—a importantes publicaciones y
defensores de los derechos humanos israelíes a, como el director del Instituto
de Holocausto y Genocidio de Jerusalén, Israel Charny, dijo apropiadamente, “poner
fin a esta charada y reconocer totalmente el Genocidio Armenio”.
En el mismo
evento del Knesset, los representantes del ministerio de Relaciones Exteriores
de Israel insistieron en la sólida negación del genocidio de Tel-Aviv al decir:
“En este momento, un reconocimiento de este tipo puede tener implicaciones
estratégicas muy graves.. Nuestras relaciones con Turquía hoy son tan frágiles
y tan delicadas que no hay espacio para llevarlas a cruzar la línea roja”. ¿No
es esta una politización de acontecimientos históricos?
Este peligroso
juego semántico sólo envalentona a Turquía y sus similares para continuar sus
políticas y fortalecer su campaña premeditada y planeada de negación, que
también le permite causar estragos entre sus minorías hoy y perseguir una política
de sofocar a quienes se oponen a sus doctrinas.
Israel debe
superar las creencias retorcidas de Lieberman de que Israel ha monopolizado el
mercado de ser víctima de un esfuerzo sistemático de aniquilar una raza entera.
Tal monopolio no existe en el mundo y los semejantes de Avigdor Lieberman sólo
incitan el odio al hacer tales declaraciones.
Lieberman
debería recordar que tal sensación de derecho alimenta sentimientos
supremacistas que fueron la piedra angular del plan de Hitler que eventualmente
se conoció con el nombre de Holocausto.
“Asbarez”, 8 de febrero de 2012
(*) Estos son los párrafos salientes de las declaraciones de
Lieberman, citados por la Agencia de Prensa de Azerbaiján: “Desde su
establecimiento, Israel se ha opuesto a la aplicación del término Holocausto a
otra guerra o tragedia. La tragedia del pueblo judío durante la Segunda Guerra
Mundial está más allá de toda comparación con cualquier otra tragedia. Los
intentos de convertir los conflictos y masacres en Africa, Asia y los Balcanes
en otro Holocausto son inaceptables. Ningún país, excepto Francia, ha
reconocido el Genocidio Armenio por ley. Hoy, los incidentes históricos se han
convertido en disputas políticas. Esta es la razón por la que no considero
correcto que Israel enfrente este problema” (N. del T.)
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