Christian Leblebidjian
En un fútbol cada vez más competitivo y dominado por
los intereses económicos, todavía hay gestos que valen la pena destacar.
El protagonista en cuestión es Matías Lammens, actual presidente de San
Lorenzo. El dirigente estuvo presente anteanoche en la Unión General
Armenia de Beneficencia, en el barrio de Palermo, donde recibió un
reconocimiento de la colectividad por defender los derechos humanos. ¿El
motivo? Haber rechazado como sponsor de la camiseta del primer equipo a
Azerbaiyán, que ponía como condición para desembolsar entre tres y
cuatro millones de euros que no podía haber ningún armenio en la
comisión directiva del club. Ni en la actualidad ni en el futuro.
Armenia
mantiene de hace décadas una disputa con el gobierno de Azerbaiyán por
la región de Nagorno Karabagh, y sufre también el bloqueo económico de
Turquía. En 2015 se cumplirán cien años del genocidio armenio, cuando
fueron asesinadas más de 1.500.000 personas. El genocidio sigue sin ser
reconocido por Turquía.
Más allá de estar en el pecho de los
jugadores de Atlético de Madrid, no es la primera vez que Azerbaiyán
pretende desembarcar en algún equipo de Sudamérica. Ya había hecho un
intento con Peñarol, de Uruguay, y con Independiente, en nuestro país.
El
plan de Ilham Aliyev, presidente de Azerbaiyán desde 2003, es generar
publicidad para fomentar el desarrollo turístico "Land of fire", es la
leyenda que puede leerse en la camiseta del conjunto colchonero. Al
mismo tiempo, según denunciaron varios organismos internacionales, se
intenta así tapar las denuncias sobre las violaciones de los derechos
humanos que viene sufriendo el país.
La polémica excede la lucha
fronteriza. Jam-Ejam, un diario iraní, otro de los países enfrentados
con Azerbaiyán, le borra con photoshop la publicidad de la camiseta de
Atlético de Madrid cuando publica las fotos del equipo de Diego Simeone
por los partidos por la Liga de Campeones de Europa.
La
colectividad armenia organizó un acto que dio lugar en el Colegio Marie
Manoogian, en Armenia 1322, donde en el 5° piso se reunió a 70 personas,
entre los que estuvieron Matías Patanian, vicepresidente segundo de
River, y Noray Nakis, vicepresidente primero de Independiente. Además de
Lammens, la invitación se hizo extensiva a otros dirigentes del fútbol
argentino, para que todos estén alertados sobre esta situación.
La
oferta de Azerbaiyán se hizo en julio pasado, luego de concretarse la
transferencia del delantero Ángel Correa, de San Lorenzo a Atlético de
Madrid, club español que sí lleva a Azerbaiyán como sponsor en su
camiseta blanca y roja y por lo que recibirá 12 millones de dólares por
un año y medio de vínculo.
Al principio, la charla con los
directivos del Ciclón estaba bien encaminada y Azerbaiyán estaba
dispuesta a pagarle al Ciclón entre tres y cuatro millones de euros por
año. Sin embargo, todo cambió cuando Lammens escuchó el condicionamiento
y rechazó la propuesta de los inversores: "Eso no lo puedo aceptar, yo
soy armenio", les dijo a los emisarios.
En realidad, el presidente
de San Lorenzo no tiene lazos sanguíneos armenios, pero sí afectivos
dentro de la colectividad. Amistades que lo ayudaron desde chico en su
formación profesional y humana, y siempre es muy agradecido por eso.
Como su padre falleció siendo él joven, tuvo en la familia Ohanessian un
tío postizo que lo crió como un padre. "Estoy muy contento de que San
Lorenzo pueda ser pionero en decir no a un ofrecimiento económico, poder
decir que no todo se compra, que no todo se vende, que hay otras
cuestiones cuando uno tiene convicciones y principios. Contra la ética,
los sentimientos y el amor no hay dinero que valga", dijo el dirigente,
que recibió una plaqueta conmemorativa de la colectividad de manos de
Álvaro Ohanessian, Hampartzoum Haladjian y Rubén Kedikian, todos de la
UGAB, aunque también estuvieron dirigentes de otras instituciones;
además, Vahagn Melikian, embajador de Armenia en Buenos Aires y Claudio
Avruj, subsecretario de los Derechos Humanos y Plurarismo Cultural de la
Ciudad de Buenos Aires. En el acto, que fue conducido por el periodista
Walter Safarian y duró cerca de una hora, Lammens agregó: "El mensaje
es interesante simbólicamente y nosotros debemos hacer que trascienda a
la comunidad armenia".
"La Nación", 2 de noviembre de 2014
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