Vartán Matiossián
La aprobación por la Asamblea Nacional francesa, el 22 de diciembre, de
un proyecto de ley que establece prisión de un año y una multa de 45.000 euros
como pena por la negación del Genocidio Armenio levantó los niveles de histeria
de Turquía a límites insospechados.
El primer ministro turco Recep Tayip Erdogan, en una de sus habituales
peroratas donde la realidad se mezcla con la ficción, acusó a Francia el 23 de
diciembre de cometer genocidio al masacrar, supuestamente, al 15 por
ciento de la población de Argelia durante la ocupación colonial entre 1945
y 1962.
Turquía ha congelado sus relaciones políticas y diplomáticas con Francia, ha
llamado a su embajador en París y ha suspendido todas las reuniones económicas,
políticas y militares. Erdogan ha retirado el permiso de aterrizaje para
aviones militares franceses y de desembarco para naves de guerra, y ha anulado
ejercicios militares conjuntos.
Mientras el mandamás turco ejecuta la habitual serie de gestos rimbombantes
cada vez que un pais hace algo que no le gusta a Turquia, la oportunidad fue
propicia para despacharse con una retahíla de críticas contra el presidente
francés, Nicolas Sarkozy, cuya iniciativa personal estuvo detrás de la
presentación y media sanción de esta ley, que se prevé considerar en el Senado
francés en marzo de 2012.
El regalo de fin de año que Francia le hizo a Turquía también provocó un
viaje a la fantasía de Erdogan. Su acusación de genocidio incluyó una soberana "metida de pata" al convocar al padre de Sarkozy como supuesto testigo: "Fueron martirizados
sin piedad. Si el Sr. Sarkozy no sabe que hubo un genocidio, puede preguntarle
a su padre, Pal Sarkozy. . . quien fue un legionario en Argelia en los anos
1940. Estoy seguro de que tiene un montón para decir a su hijo sobre las
masacres cometidas por los franceses en Argelia".
Sarkozy padre negó de inmediato que hubiera hecho el servicio militar
en Argelia:
“Nunca estuve en Argelia, no salí de Marsella. Y pasé en la Legión cuatro
meses, luego me cambiaron de destino por enfermedad. Todo está en mi libro ‘Demasiada
vida’ (Tant de vie), basta con comprarlo y leerlo. Están allí todos los
documentos,” afirmó en una entrevista a la cadena BFM TV. Pal Sarkozy agrego
que las declaraciones de Erdogan son “ridículas”.
Erdogan dijo que el proyecto de ley es "un ejemplo claro de cómo
el racismo, la discriminación y el sentimiento anti-musulmán han alcanzado
nuevos picos en Francia y en Europa". Agregó que "la
ambición del presidente Sarkozy es ganar una elección basada en la
promoción de la animosidad contra turcos y musulmanes". (Dicho sea de paso, la oposición socialista también está a favor del proyecto).
Evidentemente, Erdogan no sabe de lo que habla, en una tesitura que recuerda al proverbial pato criollo. La ley no especifica la
nacionalidad o la religión del negacionista; si es un francés de la más rancia
cepa, también irá a la cárcel y pagará la multa. Pero está claro que para
el primer ministro islamista de Turquía, azuzar el fanatismo
religioso con la tergiversación de los hechos forma parte de la habitual
defensa turca contra el avance de la verdad.
Este es el nivel de información de los politicos turcos. La ignorancia es
tan supina, que no parece ser otra la razón de que recurran a la cantilena de
las “comisiones de historiadores”. Para quien quiere ver, está claro quién dice
la verdad y quién miente en el tema del Genocidio Armenio.
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