Ignacio Gaztañaga (*)
El Archivo Histórico Nacional (AHN)
guarda correspondencia de las legaciones diplomáticas y consulares de
España en el Imperio Otomano que describen los crímenes de los turcos
contra el pueblo armenio que arrancó en 1915. Como cada 24 de abril,
miles de armenias y armenios se vuelcan en las calles de Buenos Aires,
Moscú, Los Ángeles, París y Ereván para que la sociedad internacional
reconozca el primer crimen de masas a gran escala del siglo XX. La
aniquilación planificada y sistemática costó la vida a 1,5 millones de
personas de la minoría cristiana armenia.
Hace 103 años, los Jóvenes Turcos y su partido político, Comité de
Unión y Progreso, ordenaron el asesinato de toda intelectualidad armenia
en Constantinopla. Desarmaron a los varones, los condujeron a las
afueras de la ciudad y los fusilaron. Otros fueron ahorcados en público.
Las mujeres sufrieron violaciones como arma de guerra y toda la
infancia fue enterrada en cunetas.
En enero de 1915 el ministro de Estado fue puesto en aviso desde
Jerusalén por De la Cierva acerca de la preocupante radicalización
turca: “la noticia de la supresión de las Capitulaciones por el Imperio
Otomano ha causado un efecto de regocijo entre los musulmanes y alarma
entre los cristianos, cantando y vociferando contra los extranjeros.
Pues en esas manifestaciones existe odio contra los cristianos” (AHN,
Ministerio de Exteriores, Política Turquía 1914-20. Legajo H2702, nº22).
Cónsul en Constantinopla: "Los Jóvenes Turcos
dicen que se bastan para vivir y hay que eliminar a todos los
extranjeros: así han acabado con armenios y griegos”
Los armenios de Cilicia, la región de Van o Adana que sobrevivieron
al terror escaparon a Ammán, Beirut, Haifa, Jerusalén y a Europa. Se
convirtieron en refugiados. Sin embargo, los topónimos de Alepo, Raqqa,
Damasco o Deir ez-Zor son sinónimos de campos de concentración y
aniquilación de población armenia en aquel momento y hoy aún son urbes
bajo fuego.
Del Arroyo se adelantó en lo relativo a los armenios, pero
también predijo la eterna desfragmentación de Oriente Próximo debido al
fanatismo: “en distintas ocasiones he llamado la atención sobre
xenofobia y arrogancia de estos Jóvenes Turcos. Dicen que se bastan para
vivir y hay que eliminar a todos los extranjeros: así han acabado con
armenios y griegos”(loc. cit., nº458).
Sin premeditación no hay genocidio. Los Jóvenes Turcos tuvieron sus
planificadores: Ahmed Jemal (ministro de Marina y Gobernador de Siria),
Ismael Enver (ministro de Guerra) y Mehmet Talaat (ministro de
Interior). En marzo de 1916, el Gobierno español leyó: “Aún sigue la
persecución a pesar de las unánimes protestas de todos los países. Y
nada de extraño será que, si los asuntos no se desarrollan a completa
satisfacción de los Jóvenes Turcos, se vuelva a decretar la matanza y
exterminio de los armenios que aún quedan con vida. El gobierno obtuvo
el completo resultado de su plan: que era el de asesinar a unos dos
millones y medio que existían en Turquía” (loc. cit., nº153).
Investigaciones como ésta pretenden que España sea un actor internacional con responsabilidad moral más que penal
Del Arroyo se interesa por el religioso y le conoce personalmente.
Con estilo preocupado continúa en otra carta: “a mi pregunta contestó,
que lo único que deseaba era poder marchar a Viena llevándose consigo
sus escritos y estudios sobre música armenia”. Del Arroyo hizo de
Komitas una cuestión personal y, persistente en las audiencias con las
autoridades otomanas, hizo llegar el tema del salvoconducto hasta el
racista Mehmet Talaat por medio de Halil Bey.
Del Arroyo se entera tres semanas más tarde de que Talaat mantendrá dentro de fronteras turcas a Komitas Vardapet
por ser un notable músico. El final de la carta concluye: “Sabía que mi
petición no sería atendida, tanto por miedo a que ese erudito pudiera
narrar la verdad de los horrores y crímenes que se han cometido contra
los armenios como porque quieren tenerles de rehenes para poder saciar
algún día el odio que les tienen”.
España no reconoce oficialmente el Genocidio contra los Armenios
aunque sí lo han hecho los parlamentos autonómicos balear, catalán,
navarro y vasco. Investigaciones como ésta pretenden que España sea un
actor internacional con responsabilidad moral más que penal. Se intenta
que España dé un paso en la reparación de la memoria y se sitúe a la
vanguardia de Estados europeos y americanos que ya lo han hecho. En
fechas recientes el Parlamento alemán y holandés reconocieron el genocidio bajo graves amenazas turcas. Las amenazas se han esfumado.
"El País," 24 de abril de 2018
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(*) Politólogo, doctorando en Universidad de Granada e investigador para la National Association of Armenian Studies and Research de Belmont, EE.UU y del Museo del Genocidio Armenio de Ereván, Armenia.
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