Vartán Matiossián
El discurso del Papa Francisco,
pronunciado frente al Presidente de Armenia y el cuerpo diplomático acreditado el
24 de junio, durante el primer día de sus 72 horas de estadía en Armenia, pateó el tablero al incluir el término
“genocidio,” que no figuraba en el texto oficial. Por supuesto, la habitual
reacción del negacionismo turco no se hizo esperar. Por ahora, no se trata de
retirar al embajador por diez meses, como sucedió en 2015. Pero el llanero solitario cabalga de nuevo.
La respuesta inicial provino
del viceprimer ministro Nurettin Canikli, quien el sábado 25 de junio comentó
que las expresiones de Francisco habían sido “muy desafortunadas” y dijo que
tenían las huellas de la “mentalidad de las Cruzadas.” Canikli agregó que el uso de genocidio “no se
condice con la verdad”, pero, para no quedar atrás en el culto del ridículo, dijo
también: “Todos saben eso. Todos lo sabemos, el mundo entero lo sabe, y también
lo saben los armenios”. Es probable que
sea al revés, que sólo Turquía no sabe que genocidio es el término que se
corresponden con la verdad. Todavía tiene tiempo para enterarse.
“Todo”
lo que dijo el Papa fue: “Esta tragedia, este genocidio, lamentablemente ha
marcado el principio de una triste serie de grandes catástrofes del siglo
pasado”. Si no hubiera tenido la peregrina idea de decir “genocidio”, la
burocracia turca hubiera respirado aliviada y hasta hubiera aplaudido.
El vocero del Vaticano, Rev.
Federico Lombardi, dijo que nada en los textos o palabras de Francisco durante
su viaje a Armenia había mostrado hostilidad hacia Turquía y, de hecho, sus
comentarios estaban llenos de llamados hacia Armenia y Turquía para construir
puentes de paz y reconciliación.
“El Papa no está haciendo una cruzada”, dijo el domingo 26 de junio. “No ha dicho palabra alguna contra el pueblo turco”.
La guerra de palabras siguió el lunes 27 de junio, cuando el ministerio de
Relaciones Exteriores de Turquía censuró el uso de la palabra “genocidio”
durante el viaje del Papa a Armenia, a quien acusó de “perseguir un compromiso
incondicional con la perspectiva armenia de la controversia” y agregó que “la
parcialidad del Papa Francisco con respecto a los acontecimiento históricos y
su actitud de marginación (?) durante su visita a Armenia no se condice con sus
esfuerzos frecuentemente enfatizados de construir la paz entre diferentes
grupos”.
“Aquí rezo con dolor en mi corazón para que una tragedia
como ésta nunca vuelva a ocurrir, para que la humanidad nunca olvide y separa
como vencer al mal con bien. Que Dios
proteja la memoria del pueblo armenio. La memoria nunca debería ser disminuida u olvidada. La
memoria es la fuente de la paz y del futuro,” escribió Francisco en el libro de
visitas del Museo del Genocidio de Ereván.
Pero
el “problema” es que, como dijo el Papa Francisco en su conferencia de prensa
durante el vuelo de regreso de Ereván a Roma, “en la Argentina, cuando hablabas
del extermino armenio, siempre usaban la palabra ‘genocidio’. Yo no sabía otra”.
Entonces,
si quieren buscar un culpable, échenle la culpa a Buenos Aires y, mientras
tanto, piensen seriamente en cambiar el disco. ¿Cuántas veces vamos a escuchar
la misma musiquita?
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