Carlos Luis Hassassian
El debate por la estatua de Anastás Mikoyan,
que ahora piensan erigir en Ereván, llegó la semana pasada a una de las
audiciones de Radio Ayp de París, donde debatieron el 5 de junio, en
vivo y por teléfono, el Dr. Haik Demoyan (director del Museo-Instituto
del Genocidio Armenio y miembro del Concejo Deliberante de Ereván), el
Prof. Rem Ghazandjian (historiador, investigador del Instituto de
Estudios Orientales de la Academia de Ciencias) y Nariné Tupikian
(directora del Museo Tumanian). La estatua de bronce, que pesa unos
700-800 kilos, ya está terminada y se encontraba en una fundición del
barrio de Nor Nork de Ereván. Ahora está retenida en la playa de
automotores de la Municipalidad.
Consideremos
-argumentó- que cada cuatro años, cuando venía a Armenia para ser
elegido como delegado en el Soviet Supremo, era recibido
multitudinariamente con alegría y grandes aplausos. El conductor del
programa le dijo que incluso si Stalin hubiera ido a Armenia, medio
millón de personas lo hubieran recibido y aplaudido, lo que no es
suficiente para destacar los merecimientos de una persona y proponer a
la Municipalidad la instalación de una estatua en la ciudad.
Ghazandjian
y Demoyan se conocen. Este último integra la Comisión de Cultura del
Concejo Deliberante capitalino que trata la propuesta. Ambos se tratan
como amigos, pero con distintos puntos de vista. Demoyan, concejal por
el partido oficialista mayoritario en ese cuerpo, no pudo asistir a la
sesión donde se presentó la propuesta de transformar a Anastás Mikoyan
en un héroe. Fundamentó su oposición a esta iniciativa en los siguientes
puntos: primero, dijo no estar de acuerdo con el simbolismo cívico que
reportaría erigir esa estatua; segundo, como historiador que conoce las
pruebas acerca de la realidad de la responsabilidad de Mikoyan y
tercero, por lo que lo relaciona con su historia familiar, de la que
tiene recuerdos muy tristes: muchos de sus familiares desaparecieron en
1937; varios fueron fusilados y otros quedaron huérfanos.
La
cuestión es analizar lo que ha hecho este Mikoyan (el genio de los
aviones Mig se llamo Artem) como símbolo del poder. En sus manos estuvo
el destino de treinta millones de personas. Se han analizado documentos y
películas de la época de los años ´30, cuando ninguna vida estaba
garantizada. Se debe partir de la importancia de los derechos humanos y
de la inviolabilidad de la vida y de la persona. Sólo en Armenia, se han
registrado treinta mil muertos a causa de la represión stalinista.
También reprimieron a los repatriados en 1949. Los datos documentales
que ha encontrado Demoyan al respecto son abrumadores; sólo
considerarlos debería obligar a no glorificarlo.
Anastás Mikoyan
estaba en el grupo de los bolcheviques que decidieron, por ejemplo, la
usurpación de Karabagh y Najicheván por Azerbaiyán. Su firma se
encuentra debajo de los diversos documentos relacionados con el tema, en
los cuales también se califica de nacionalistas a los armenios -también
en relación a los territorios de la Armenia Occidental-. No se trata de
interpretaciones, porque existen documentos e informes concretos, bajo
los cuales hay firmas.
Mikoyan está directamente relacionado con
lo ocurrido después del asesinato por Lavrenti Beria del vanetzí Aghasí
Khandjian, cuando este era el Primer Secretario del PC de Armenia en
funciones.
Cuando Mikoyan fue a Armenia le envió un telegrama a
Stalin, proponiendo fusilar a setecientas personas. La cantidad, a su
propuesta, se elevó a dos mil, entre intelectuales y simples ciudadanos.
El tercer punto es más crítico desde lo internacional, pues la firma de
Mikoyan figura entre quienes dieron la orden de fusilar a los 20000
oficiales polacos en la masacre de Katyn (1940).
Recordemos que
las actuales autoridades de la Federación de Rusia reconocieron ese
crimen y pidieron perdón a las víctimas. El cuarto punto, tiene relación
con la próxima conmemoración del Centenario. Demoyan tiene el documento
a su disposición: Mikoyan exhortó a Yagov (*), Primer Secretario del PC de
Armenia en 1964, que se abstuviera de intervenir en la organización de las
conmemoraciones del Cincuentenario del Genocidio del 24 de Abril de
1965. Sin embargo Yagov se jugó por su nación y en 1967 se pudo
inaugurar el emblemático Monumento del Genocidio Armenio en
Dzidzernagapert, un orgullo nacional.
La tercera expositora fue
la señora Nariné Tufikian, quien afirmó que lamentaba ocuparse de este
tema, cuando hay otros mucho más importantes. El gobierno comunista no
existe ahora, y tampoco hay indicios de la reinstalación de ese régimen.
Los documentos mencionados por Temoyan le resultan suficiente
fundamento para oponerse. Afirmó que esta cuestión salió al medio “y
sirve para verificar la sensibilidad de nuestro pueblo, para ver en qué
medida nos hemos vuelto zombis, y en qué medida tenemos razonamiento;
hasta dónde podemos decir mecánicamente sí a tal o cual cuestión.
También es lamentable que existan intelectuales que estén de acuerdo con
esta propuesta”.
Por más que Mikoyan hubiera logrado éxitos
diplomáticos o hazañas; nada vale más que la vida de un ser humano. Es
sabido que tuvimos un Genocidio en Armenia Occidental, pero también
tuvimos otro genocidio en Armenia Oriental. A causa de ese régimen
estalinista: fueron miles los deportados a Siberia en nuevas caravanas
de la muerte. ¿Cuántos valiosos futuros ciudadanos fueron sacrificados
para salvar el pellejo de Mikoyan?
El conductor del programa
preguntó por qué surge este tema, cuando se discute la incorporación de
Armenia a la Unión Aduanera. Tufikian le recuerda que durante largos
años no se había planteado ninguna cuestión similar. Gracias a Dios
nuestro pueblo es bastante inteligente, afirmó, y puede enfrentar estos
temas. No se debe instalar la estatua de Mikoyan, porque hoy tenemos una
juventud brillante y ciudadanos cuyos antepasados fueron desaparecidos a
causa de Stalin y Mikoyan.
Los bisabuelos de la Sra. Nariné
también, después de la Segunda Guerra, en lugar de retornar al suelo
patrio, fueron deportados a Altai. Tres de los cuatro hijos varones del
gran poeta Hovhannés Tumanian (el cuarto murió en Van en 1918), fueron
fusilados por el régimen y Mikoyan no hizo nada por ellos. La esposa de
Tumanian, Olga, había ido a Moscú para pedir que influya para
salvarlos, pero no fue suficiente. Cuando se conmemoró el centenario de
Toumanian en Ereván, Mikoyan fue a Armenia pero Olga le impidió que
ingrese a su casa.
Este debate público concluyó con la siguiente
cuestión: ¿Existe en Armenia un reglamento para erigir estatuas?.
Tufikian dijo que existen héroes verdaderos, empezando con los
protagonistas de la liberación de Karabagh. La controversia continúa.
"Armenia", 13 de junio de 2014
(*) La referencia es al Primer Secretario del PC de Armenia (1960-1966), Yakob Zarobian (1911-1980) ("Armeniaca")
No comments:
Post a Comment