José Arbo (9), Sergio Nahabetian (10), Marcelo Cantelmi (133), Eduardo Eurnekian (134), Jorge Murekian (135), Rosita Youssefian (136). He aquí los nombres y el orden de los ciudadanos argentinos considerados "personas no gratas" por el gobierno de Azerbaiyán, en un listado oficial dado a conocer hace unos días por la cancillería de ese país.
Estos datos que para algunos son meros nombres y números corresponden a reconocidas personas que para el gobierno azerbaiyano representan una amenaza por el solo hecho de haber visitado Karabagh de manera oficial, invitados por organismos del Estado independiente.
El diputado nacional m/c José Arbo, y el diputado por la provincia de Buenos Aires m/c Sergio Nahabetian, fueron invitados por el parlamento karabaghí para monitorear las elecciones en 2010; Eduardo Eurnekian es tal vez uno de los empresarios que más inversiones haya realizado en Armenia y Karabagh. En esta última República, es el responsable de haber puesto en marcha el proyecto "Una computadora por alumno", entre otros emprendimientos humanitarios. Jorge Murekian visitó Karabagh en innumerables ocasiones como presidente de la Regional Argentina del Fondo Nacional "Armenia", que tanta obra ha realizado no solo en Stepanakert sino también en aldeas y poblados del interior. Rosita Youssefian, además de visitar Armenia en más de cuarenta ocasiones llevando a grupos de alumnos, estuvo en Karabagh también en numerosas oportunidades como integrante del Fondo Nacional Armenia, de la que hoy es presidenta, y se encuentra en la ardua tarea de escribir un libro sobre Karabagh. Marcelo Cantelmi, periodista y editor jefe de la sección de política internacional del diario "Clarín", visitó Karabagh y desde allí escribió informes para el matutino argentino sobre la vida cotidiana y la situación de posguerra.
Lo que para nosotros son simples acciones que guardan relación con la construcción de un Estado, para Azerbaiyán representa una amenaza: la amenaza de decir la verdad sobre un electorado que votó a favor de la autodeterminación, que construyó un Estado sobre los despojos y las estructuras despedazadas por la guerra, con la valentía y el coraje de hombres, mujeres y niños.
En el mismo listado de 335 nombres, hay lugar para los parlamentarios uruguayos que visitaron Karabagh el año pasado encabezados por Jorge Orrico, Rubén Martínez Huelmo, Ricardo Plauchon, Ricardo Sander y Daniel Radio, quienes están ubicados entre los números 277 a 281, para la vicerrrelatora de la Cámara de los Lores de Inglaterra, baronesa Caroline Cox, que visitó Karabagh llevando ayuda humanitaria en la primera etapa de la posguerra; la periodista búlgara Tsvetana Paskaleva, que realizó una serie de documentales en el mismo momento de la guerra en los frentes de batalla entre armenios y azerbaiyanos; y hasta para la soprano española Monserrat Caballé, que dio un concierto en Stepanakert.
Como se aprecia, todos ellos tienen algo en común. En el caso de los armenios, un enorme sentimiento patriótico, que independientemente de su función, los lleva a visitar uno de los territorios históricos armenios para ser partícipes de su recuperación. En el caso de los no armenios, los ha movido ya sea el sentimiento humanitario como la función específica que cumplían, periodismo, actividad cultural o parlamentaria.
En la lista negra de 335 nombres, hay ciudadanos de distintos países: Francia, Alemania, Rusia, Eslovaquia, Países Bajos, Ucrania, Jordania, El Líbano, Italia, Canadá, Australia, entre otros.
Todos ellos representan un peligro para el gobierno azerbaijano, que como se ve amenazado, hace justamente lo mismo: amenaza.
Hasta ahora, el gobierno azerbaiyano negaba la existencia de una lista de "personas no gratas". Ahora la da a conocer abiertamente a través de su cancillería y esta noticia ha recorrido el mundo. Por lo menos está en los medios de prensa de los países cuyos ciudadanos figuran en el listado. ¿Por qué lo hace? ¿Cuál es la intención si no la provocación?
¿Qué significa esto de ser "personas no gratas"? ¿Con ello se pretende evitar que esa persona visite nuevamente Karabagh? Y si la visita, ¿qué? ¿Se pretende que alguien deje de hacer, de invertir, de informar? Esto más que una provocación, es una amenaza.
Seguramente, los países cuyos ciudadanos figuran en la lista habrán de apelar a las autoridades azerbaiyanas, para solicitar -al menos- una explicación.
Los ciudadanos tienen derecho a su seguridad. Posiblemente cada Estado garantice el derecho a la seguridad de sus ciudadanos, pero ¿qué sucede cuando se trata de una amenaza internacional?
En el mundo materialista de hoy, en el que cualquier mercenario puede ser el brazo ejecutor de una venganza o de un ajuste de cuentas, el Estado argentino debe ser informado sobre esta amenaza azerbaiyana y a través de la Cancillería, no solo solicitar las explicaciones respectivas al gobierno de ese país sino también hacer las denuncias correspondientes ante los organismos de derecho internacional.
De esta manera, no solo salvaguardará la seguridad de sus ciudadanos amenazados, sino que además quedará en evidencia qué tipo de país es Azerbaiyán y cuán verdaderos son sus deseos de hallar una paz duradera en el conflicto de Karabagh.
"Sardarabad", 14 de agosto de 2013 (editorial)
Estos datos que para algunos son meros nombres y números corresponden a reconocidas personas que para el gobierno azerbaiyano representan una amenaza por el solo hecho de haber visitado Karabagh de manera oficial, invitados por organismos del Estado independiente.
El diputado nacional m/c José Arbo, y el diputado por la provincia de Buenos Aires m/c Sergio Nahabetian, fueron invitados por el parlamento karabaghí para monitorear las elecciones en 2010; Eduardo Eurnekian es tal vez uno de los empresarios que más inversiones haya realizado en Armenia y Karabagh. En esta última República, es el responsable de haber puesto en marcha el proyecto "Una computadora por alumno", entre otros emprendimientos humanitarios. Jorge Murekian visitó Karabagh en innumerables ocasiones como presidente de la Regional Argentina del Fondo Nacional "Armenia", que tanta obra ha realizado no solo en Stepanakert sino también en aldeas y poblados del interior. Rosita Youssefian, además de visitar Armenia en más de cuarenta ocasiones llevando a grupos de alumnos, estuvo en Karabagh también en numerosas oportunidades como integrante del Fondo Nacional Armenia, de la que hoy es presidenta, y se encuentra en la ardua tarea de escribir un libro sobre Karabagh. Marcelo Cantelmi, periodista y editor jefe de la sección de política internacional del diario "Clarín", visitó Karabagh y desde allí escribió informes para el matutino argentino sobre la vida cotidiana y la situación de posguerra.
Lo que para nosotros son simples acciones que guardan relación con la construcción de un Estado, para Azerbaiyán representa una amenaza: la amenaza de decir la verdad sobre un electorado que votó a favor de la autodeterminación, que construyó un Estado sobre los despojos y las estructuras despedazadas por la guerra, con la valentía y el coraje de hombres, mujeres y niños.
En el mismo listado de 335 nombres, hay lugar para los parlamentarios uruguayos que visitaron Karabagh el año pasado encabezados por Jorge Orrico, Rubén Martínez Huelmo, Ricardo Plauchon, Ricardo Sander y Daniel Radio, quienes están ubicados entre los números 277 a 281, para la vicerrrelatora de la Cámara de los Lores de Inglaterra, baronesa Caroline Cox, que visitó Karabagh llevando ayuda humanitaria en la primera etapa de la posguerra; la periodista búlgara Tsvetana Paskaleva, que realizó una serie de documentales en el mismo momento de la guerra en los frentes de batalla entre armenios y azerbaiyanos; y hasta para la soprano española Monserrat Caballé, que dio un concierto en Stepanakert.
Como se aprecia, todos ellos tienen algo en común. En el caso de los armenios, un enorme sentimiento patriótico, que independientemente de su función, los lleva a visitar uno de los territorios históricos armenios para ser partícipes de su recuperación. En el caso de los no armenios, los ha movido ya sea el sentimiento humanitario como la función específica que cumplían, periodismo, actividad cultural o parlamentaria.
En la lista negra de 335 nombres, hay ciudadanos de distintos países: Francia, Alemania, Rusia, Eslovaquia, Países Bajos, Ucrania, Jordania, El Líbano, Italia, Canadá, Australia, entre otros.
Todos ellos representan un peligro para el gobierno azerbaijano, que como se ve amenazado, hace justamente lo mismo: amenaza.
Hasta ahora, el gobierno azerbaiyano negaba la existencia de una lista de "personas no gratas". Ahora la da a conocer abiertamente a través de su cancillería y esta noticia ha recorrido el mundo. Por lo menos está en los medios de prensa de los países cuyos ciudadanos figuran en el listado. ¿Por qué lo hace? ¿Cuál es la intención si no la provocación?
¿Qué significa esto de ser "personas no gratas"? ¿Con ello se pretende evitar que esa persona visite nuevamente Karabagh? Y si la visita, ¿qué? ¿Se pretende que alguien deje de hacer, de invertir, de informar? Esto más que una provocación, es una amenaza.
Seguramente, los países cuyos ciudadanos figuran en la lista habrán de apelar a las autoridades azerbaiyanas, para solicitar -al menos- una explicación.
Los ciudadanos tienen derecho a su seguridad. Posiblemente cada Estado garantice el derecho a la seguridad de sus ciudadanos, pero ¿qué sucede cuando se trata de una amenaza internacional?
En el mundo materialista de hoy, en el que cualquier mercenario puede ser el brazo ejecutor de una venganza o de un ajuste de cuentas, el Estado argentino debe ser informado sobre esta amenaza azerbaiyana y a través de la Cancillería, no solo solicitar las explicaciones respectivas al gobierno de ese país sino también hacer las denuncias correspondientes ante los organismos de derecho internacional.
De esta manera, no solo salvaguardará la seguridad de sus ciudadanos amenazados, sino que además quedará en evidencia qué tipo de país es Azerbaiyán y cuán verdaderos son sus deseos de hallar una paz duradera en el conflicto de Karabagh.
"Sardarabad", 14 de agosto de 2013 (editorial)
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