17.9.12

"Un grande que supo adaptarse a los tiempos"

Diana Dergarabetián
El 4 de septiembre falleció inesperadamente en Buenos Aires, a la edad de 79 años, Bedrós Hadjián (1933-2012), destacado intelectual, docente, escritor y orador de la comunidad armenia de la Argentina. Nacido en Siria, donde tuvo una importante actividad docente y comunitaria entre 1954 y 1970, llegó a la Argentina para hacerse cargo de la dirección de la sección armenia del Instituto Educativo San Gregorio el Iluminador, que desempeñó hasta 2007. Simultáneamente, fue editor de la sección armenia del entonces diario “Armenia” entre 1971 y 1986. Publicó una serie de obras en armenio (dos volúmenes de cuentos, una novela, libros de divulgación de la historia y la cultura armenia, libros de texto); cinco de sus libros fueron traducidos al castellano y uno al inglés. Reconocido colaborador de numerosas publicaciones en la Diáspora y en Armenia, entre otras distinciones, en 2010 fue condecorado con la medalla “Movsés Jorenatsí” de la República de Armenia por sus servicios a la cultura armenia.
El funeral de Bedrós Hadjián se realizó el 5 de septiembre en la Catedral San Gregorio el Iluminador de Buenos Aires con una nutrida concurrencia y sus restos fueron enterrados en el Cementerio Armenio.  En el funeral hicieron uso de la palabra representantes de la Asociación Cultural Tekeyán, la Unión Cultural Armenia Sharyum, la embajada de la República de Armenia en la Argentina, la Unión General Armenia de Beneficencia, la Fundación Seranouch y Boghós Arzoumanián y el Centro Armenio. Como expresión del sentimiento general (como dice el proverbio francés, les absents ont toujours tort, "los ausentes siempre están equivocados"), ofrecemos a continuación el mensaje de Diana Dergarabetián de Pérez Valderrama, coordinadora general del semanario “Sardarabad”, en representación de la Asociación Cultural Tekeyán.

Es muy difícil hablar en este momento, en el que nos toca despedir a una persona de la que nos estuvimos nutriendo durante muchos años… Nutriendo en lo personal y como colectividad.
En lo personal, la relación con barón Hadjián comienza en las aulas del Instituto San Gregorio El Iluminador. Ni bien llegado a la Argentina, barón Hadjián se puso al frente de la dirección de la escuela. Para nosotros, fue un gran cambio, y para él también. Muchos años después, nos confesaría en una rueda de exalumnos que el traslado había sido un gran choque para él, había muchas diferencias en la enseñanza-aprendizaje y en la relación docente-alumno. Quiso regresar a su país pero fueron sus compañeros de ideología de entonces quienes le hicieron cambiar de parecer y le hicieron mantener la promesa cumplida de continuar con su labor docente en la Argentina, donde su presencia era necesaria.
Con los años, uno comprende y hasta se compadece por el shock que debió afrontar.
Es que por entonces, los alumnos no percibíamos la magnitud de conocimientos, la grandeza de nuestro profesor. Y Hadjián fue grande de verdad. Grande como docente, como escritor, como orador, como periodista, como dirigente.
Tenía siempre la palabra justa. La claridad de conceptos era otra de sus características. A pesar de la riqueza del idioma que empleaba, sus mensajes eran claros, comprensibles aun ante la complejidad y seriedad de los temas que abordaba.  Es que era un docente nato; una fuente de consultas inagotable y ante cada duda que se le planteaba la respuesta era clara, precisa, indudable.
Hadjián fue en sí mismo, un diccionario, un manual de gramática armenia; un defensor inclaudicable de la lengua armenia, un creador, un hombre de ideas, que dedicó su vida a la preservación de la identidad armenia, ya sea como político y dirigente comunitario o como intelectual y docente.
Fue un grande… De aquellos intelectuales que logran que su apellido deje de ser un nombre propio para convertirse en un sustantivo común… ¿Quién no escuchó alguna vez en nuestra colectividad la frase: «¡no tenemos muchos Hadjianes!»? y con eso queríamos significar que se trataba una persona única, irreemplazable. Y ésa es la persona que despedimos hoy.
Un grande que supo adaptarse a los tiempos y que tenía también una gran capacidad de autocrítica, algo muy necesario cuando uno tiene la responsabilidad de dirigir, ya sea una escuela, un grupo ideológico o una comunidad. Un hombre con mente abierta que percibió que había que cambiar, que había que hacer cambios si queríamos preservar nuestra lengua e identidad en la Diáspora. Un hombre que asumió todos sus trabajos con dedicación, con responsabilidad, poniendo al servicio no solo su capacidad sino también aquello que no se ve, pero que deja un sello personal: el alma. Un hombre que alentaba al que trabajaba por la comunidad, al que escribía algo, aunque sea una frase en armenio, a pesar de los errores.
Cada uno de sus discursos, de sus famosos “Iergu Josk” que se fueron acortando con los años, fue una pieza oratoria; algo que debía atesorarse porque representan la mejor expresión del ideario de nuestros tiempos.
Y de ese Hadjián nos nutrimos todos. Se nutrió la colectividad. Todos aprendimos algo. Todos le debemos parte de nuestros conocimientos.
Por ello, teniendo en cuenta todas sus cualidades y su dedicado apostolado a la difusión de la cultura armenia, la O.D.L.A. en 2010 decidió honrarlo como «Hombre del Año de Sardarabad».
Con barón Hadjián compartimos primero la relación educador-alumno y luego, comisiones de trabajo, reuniones  y la labor periodística. En los últimos años, fue grande su contribución a la parte de armenio de Sardarabad.  En ese sentido, la serie de notas sobre el uso de la lengua armenia que veníamos publicando, se constituyó en un importante aporte a la preservación del idioma armenio, algo por lo que muchos lectores se sienten muy agradecidos y que es altamente valorado también en distintas comunidades de la Diáspora.
Creo que somos una generación privilegiada porque contamos con hombres como barón Hadjián en nuestra formación.
Ojalá las generaciones futuras encuentren otros referentes valiosos y que nuestro paso por esta tierra sea tan fértil como ha sido la vida de barón Hadjián.
Nos quedan sus obras, sus conocimientos, la hermosa familia que formó con Sosé, su compañera incondicional, sus hijos, a los que les dejó un hermoso legado y el compromiso de seguir trabajando por la armenidad.
Ese compromiso y ese mensaje  no pueden quedar truncos aun ante esta triste pérdida.
El genio creador de barón Hadjián hoy descansa en paz. Lo merece.

"Sardarabad", 12 de septiembre de 2012

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