18.2.10

Israel ya no puede ignorar la existencia del primer Holocausto


Este artículo del veterano periodista británico Robert Fisk apareció en el diario "The Independent" de Londres el 30 de enero de 2010. Existen numerosas declaraciones de las autoridades de Israel que prueban su rechazo del reconocimiento de la Catástrofe de 1915-1923 con el término jurídicamente aceptado de "genocidio". Ese rechazo se basa en las consideraciones geopolíticas del estado israelí y su alianza estratégica con Turquía, y hace caso omiso de las consecuencias éticas de ese rechazo. Fisk simpatiza con el sufrimiento de los palestinos y rechaza la unicidad del Holocausto judío, pero esto no es motivo para rechazar sus comentarios sobre esa falta de reconocimiento --con amplia cantidad de información-- con el argumento banal de "antisemitismo". Hemos tomado como punto de partida una versión (con numerosos errores, modificaciones y omisiones) publicada en el semanario "Armenia" de Buenos Aires (5 de febrero), que hemos  cotejado con el original en inglés para realizar lo que es prácticamente una nueva traducción.
Mientras los israelíes conmemoraban esta semana el segundo Holocausto del Siglo XX, yo me encontraba en la Biblioteca Gulbenkián de Jerusalén sosteniendo los registros impresos y manuscritos de las víctimas del primer Holocausto del siglo pasado. Fue una extraña sensación.
George Hintlián, historiador y miembro prominente de la comunidad armenia de Jerusalén de 2.000 miembros, señaló los carteles ubicados a pocos metros del monasterio armenio de 1500 años de antigüedad. Anunciaban las conmemoraciones del 24 de abril de Armenia. Todos, excepto uno, estaban desgarrados, arrancados de las viejas paredes o, al menos en un caso,  cubierto con "graffitis" en hebreo pintados con aerosoles.  "Tal vez no les gusta que haya existido otro genocidio", me dijo George. "Estas son cosas que nosotros no podemos explicar".
Más de setenta miembros de la familia de Hintlián fueron masacrados en la carnicería y en las marchas de la muerte en 1915, cuando oficiales alemanes fueron testigos del sistema de ejecuciones, las deportaciones en vagones de carga a los campos de cólera y la asfixia por humo en cuevas - las primeras cámaras de gas del mundo -. Un testigo, el vicecónsul alemán en Erzerum, Max von Scheubner-Richter, acabó por ser uno de los más cercanos amigos y admiradores de Hitler. No puede decirse entonces que no hubo conexión entre el primer y segundo holocaustos.
Pero los tiempos están cambiando. Desde que hace un año Turquía comenzó a elevar su voz acerca de la masacre de palestinos en Gaza por parte de Israel, prominentes figuras israelíes han descubierto de pronto el genocidio armenio. ¿Quiénes son los turcos para hablar de asesinatos en masa? ¿Alguien ha olvidado 1915? Para George y sus compatriotas, -hay un total de diez mil armenios en Israel y la ribera occidental ocupada, cuatro mil de ellos con pasaportes israelíes en su poder-, habían sido olvidados hasta la guerra de Gaza. "En 1982 los armenios fueron excluidos de una conferencia sobre el Holocausto en Jerusalén", dijo. "Durante tres décadas no se podía mostrar ningún documental sobre el Genocidio Armenio en la televisión israelí porque podría haber ofendido a los turcos. Luego, de repente, el año pasado importantes personalidades israelíes exigieron la exhibición de un documental. Treinta miembros del Knesset nos apoyaron. Siempre tuvimos el apoyo de Yossi Sarid de Peace Now, pero ahora también tenemos a israelíes de derecha".
"Maariv" y ''Yediot Ahronot" comenzaron a mencionar el genocidio armenio y George Hintlián apareció en la televisión israelí con Danny Ayalon -el ministro de Asuntos Exteriores que humilló al embajador turco al forzarlo a sentarse en un sofá por debajo de él- y el presidente del Knesset, Reuven Rivlin, quien dijo que Israel debe conmemorar el genocidio armenio "todos los años". La prensa israelí llama ahora al genocidio una "shoah", el mismo término que todos los israelíes utilizan para referirse al Holocausto judío. Como George afirmó con exacta precisión, "hemos sido actualizados".
Esta muestra de cruda hipocresía no ha pasado desapercibida para Yossi Sarid, quien ha descrito públicamente cómo unos meses después de que Recep Tayyip Erdogan denunciara la guerra de Gaza, "una importante personalidad israelí me telefoneó y dijo lo siguiente: 'Ahora debes golpear a los turcos, denunciarlos por los delitos que cometieron contra los armenios. Tú, Yossi, tienes derecho a hacerlo...'"
Sarid se sintió consternado. "Estaba lleno de revulsión y mi alma quería vomitar", escribió en Haaretz"La persona que me llamó era un ejemplo del israelí que había estado desgraciadamente a la vanguardia de quienes negaban del genocidio armenio. Así que ahora se están escuchando "nuevas melodías" (frase de Sarid) en Jerusalén: "Los turcos son los últimos con derecho a enseñarnos ética".
El lado brillante de este angustioso debate es que uno de los mayores expertos en el Holocausto de Israel insistió valerosamente -ante la furia del entonces canciller, ahora jefe de estado Shimon Peres- en que las masacres armenias fueron sin duda alguna un genocidio. Decenas de miles de israelíes han creído siempre lo mismo; se espera que varios cientos participen de la próxima conmemoración armenia el 24 de abril y la mayoría de los israelíes se refiere al genocidio de los armenios como "shoah" en lugar del neutro "matanzas", término hasta ahora favorecido por la elite política.
La ironía más extraordinaria de todas se produjo el año pasado cuando los gobiernos de Armenia y Turquía acordaron reabrir las relaciones diplomáticas y someter al Genocidio Armenio a una investigación académica conjunta que decidiría "si" existió un genocidio. Como dijo el profesor israelí Yair Oron de la Open University de Israel, "me temo que muchos países dudarán ahora en reconocer el genocidio (armenio). Ellos dirán por qué debemos conceder el reconocimiento del genocidio si los armenios cedieron. El reconocimiento del Genocidio Armenio es un acto moral y educativo primordial. Estamos obligados a reconocerlo en Israel". El profesor de la UCLA, Richard Hovanissián, se preguntó: "¿El pueblo judío estaría dispuesto a renunciar a la memoria del Holocausto en aras de buenas relaciones con Alemania, si Alemania así lo reclamara?". George Hintlián describió el acuerdo entre Armenia y Turquía -que de hecho puede quedar sin ratificación por ninguna de las partes- "como [si fuera] un terremoto".
Caminamos juntos en la tarde fría por el interior oscurecido del gran monasterio armenio de Jerusalén con sus iconos y velas. George abrió un armario para revelar una escalera oculta por la que los sacerdotes ascendían para arrastrarse durante una semana en secreto cuando los invasores pasaban a través de Jerusalén. En este lugar húmedo, piadoso, Ronald Henry Amhurst Storrs, gobernador del Mandato Británico de Jerusalén, a menudo se sentaba a reflexionar sobre lo que llamaba "la gloria y la miseria de un pueblo".
La vida ha sido miserable para miles de armenios aquí. Hasta 1948 quince mil armenios vivían en Palestina, muchos de ellos sobrevivientes del genocidio. Pero diez mil de ellos corrieron la misma suerte que los árabes palestinos; huyeron o fueron expulsados de sus hogares por el ejército del nuevo estado de Israel. La mayoría perdió sus comercios de Haifa y Jaffa, y muchos de ellos buscaron refugio por segunda vez, ahora en Jerusalén. Unos pocos lograron establecerse en Chipre, donde fueron desposeídos por tercera vez durante la invasión turca de 1974. Como dice con tristeza George, "hoy, seis mil armenios residen en Jerusalén y la ribera occidental. No pueden viajar y se cuentan como armenios palestinos. Para la burocracia israelí, son palestinos".
George es hijo de Garbís Hintlián, que con sus diecisiete años de edad sobrevivió a las marchas de la muerte desde su hogar de Talás, en Capadocia. "Perdimos a mi tío; mi abuelo fue muerto a hachazos delante suyo", cuenta Hintlián. Su padre trabajó para los británicos luego del armisticio de 1918, llevando archivos de pruebas para los juicios contra los criminales de guerra turcos (pronto abandonados) que se llevaron a cabo en Constantinopla. Fue en vano. 
Vaya si el juego no ha cambiado de nuevo. Turquía e Israel han hecho las paces y han vuelto a ser amigos. Yossi Sarid había previsto esto: "Supongamos que Turquía renueve sus vínculos amistosos con Israel. Entonces, ¿qué? ¿Renovaremos nuestra contribución a la negación del Holocausto Armenio?"
Robert Fisk
Traducción de Vartán Matiossián

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