5.5.22

El genocidio armenio

El pasado 24 de abril se cumplieron 107 años del intento de exterminio del pueblo armenio por parte del Estado turco a partir de 1915. Más de un millón y medio de armenios fueron perseguidos y asesinados en lo que el papa Francisco calificó como “el primer genocidio del siglo XX”. El negacionismo turco respecto de su responsabilidad en el genocidio implementado como política de Estado, desde los tiempos de Kemal Atatürk hasta nuestros días, debe ser un llamado de atención en particular para sus aliados en la OTAN.

El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, quien hasta hace muy poco tiempo cortejaba y alentaba a Rusia en sus aspiraciones geopolíticas, confiando en obtener dividendos gracias a la pasividad de Occidente, ahora ha saltado el cerco. Lleva a cabo, junto a su canciller, Mevlüt Cavusoglu, una política exterior que solo puede ser catalogada de macabra. 

Este mismo 24 de abril, en la inauguración de la embajada de Turquía en Uruguay, en Montevideo, Cavusoglu hizo con su mano la señal de los Lobos Grises, organización turca racista, xenófoba, paramilitar y de extrema derecha, que niega la existencia del genocidio y fue prohibida, en 2020, por países europeos como Austria y Francia. 

Una vez más nos unimos al recuerdo de las víctimas de aquel doloroso holocausto en tiempos en que urge advertir que nuevos perpetradores de crímenes contra la humanidad pretenden también ocultar su accionar disfrazándolo como propio de la guerra. 

La República Argentina, donde reside la mayor comunidad armenia de Latinoamérica, ha fijado como política de Estado el reconocimiento del genocidio armenio y debe seguir bregando también por ello en el ámbito internacional, asumiendo claramente una posición de condena a los abusos capaces de cobrarse injustamente vidas inocentes.

Editorial de "La Nación," 5 de mayo de 2022

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